Dios no puede sino amar.
Me ama como a su único,
un amor que me excede
hasta el final de mi vida.
Razón para maravillarme,
audacia para recomenzar
una y otra vez.
Amanece en mí la belleza del asombro,
el asombro de un amor.
Cada día es un hoy de Dios
aunque piense que no soy digno.
¿Dejaré que Dios ponga en lo más hondo de mi ser
el frescor de una fuente?
Dios jamás me retira su presencia,
Cristo me aguarda en lo más profundo de mí,
aun cuando no lo sé.
(Oración compuesta con textos del Hermano Roger de Taizé)