Credo de los Inmigrantes

Creo en Dios Todopoderoso,

quien guió a su pueblo en en exhilio y en éxodo,

el Dios de José en Egipto y de Daniel en Babilonia,

el Dios de los extranjeros e inmigrantes.

Creo en Jesús Cristo un desplazado de Galilea,

quien nació lejos de su gente de su casa,

quien tuvo que huir del país con sus padres

cuando su vida estuvo en peligro,

y quien  al volver a su propio país

tuvo que sufrir la oppresión del tirano Poncio Pilato,

el sirviente de un potencia extranjera.

Fue perseguido, golpeado, torturado

y finalmente acusado y condenado

a muerte injustamente.

Pero que en el tercer día, este Jesús rechazado resucitó de la muerte,

no como un extranjero sino para ofrecernos la ciudadanía celestial.

Creo en el Espíritu Santo,

el inmigrante eterno del Reino de Dios entre nosotros/as,

quien habla todos los idiomas,

vive en todos los países y une a todas la razas.

Creo que la Iglesia es el hogar seguro para todos los extranjeros y creyentes que la constituyen,

que habla el mismo idioma y tiene el mismo propósito.

Creo que la comunión de los santos comienza cuando aceptamos la diversidad de los/as santos/as.

Creo en el perdón, el cuál nos hace iguales y en la reconciliación,

que nos identifica más que una raza, lenguaje o nacionalidad.

Creo que en la resurrección,

Dios nos une como un pueblo

en el cual todos somos distintos e iguales al mismo tiempo.

Creo en la vida eterna más allá de este mundo,

donde ninguno sera inmigrante

sino que todos seremos ciudadanos/as

del Reino de Dios que no tiene fin.

Amen.

Sometido por:
Jose Luis Casal, Misionero General
Presbiterio Tres Rios, Iglesia Presbiteriana (U.S.A.)

Traducido por:
Rev. Lilia Ramírez

Equipo de Ministerio Latino, Presbiterio de Palisades

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