Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso,
para que él tenga misericordia de nosotros
y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad (Hebreos 4, 16).
Por no haber creído en la reconciliación de todos los hombres y mujeres contigo y entre sí, por tu Pasión y Muerte, y por el sufrimiento que te ocasionamos
con nuestras controversias
Perdona, Señor, a tu Iglesia
Por nuestra indiferencia y complacencia con la injusticia;
por nuestra pasividad ante la falta de ética en el mundo;
por nuestra falta de humildad y de disposición para aprender los unos de los otros
Perdona, Señor, a tu Iglesia
Por nuestra falta de confianza en ti;
por nuestra falta de amor y oración los unos por los otros
Perdona, Señor, a tu Iglesia
Por haber entorpecido el adelanto del Evangelio por nuestras divisiones
y nuestra falta de consagración
Perdona, Señor, a tu Iglesia
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.
No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia, y concédenos tu paz y tu unidad.
(Tomado de “Laudate Dominum”, Francisco Marrero)