¿Victoria de Jefté o derrota de Jefté?

Jueces 11. 29-40.

Cuando de dar poco valor a la mujer se trata, nada como mirar la vida misma.

Y la Biblia no se escapa de la vida. Fue la vida de un pueblo y es su historia; la historia contada por los hombres, con su visión narcisista  y explotadora, violenta y terrorífica. La historia que aún escribimos.

Cuando de dar mucho valor a la mujer se trata, nada como mirar con ojos divinos, aprender a leer la Palabra de Dios. Hagamos un ejercicio: Atrevámonos a pensar cómo Yahvé miraría esta escena. El Dios que encarnado en Jesús ordenó amar hasta al enemigo y perdonarlo.

Y el espíritu de Yahvé vino sobre Jefté  …  Y Jefté hizo voto a Yahvé…Y a partir de entonces no me entendió más. No entendió que no amó la guerra. Porque la guerra arrasa. La guerra es la muerte hecha acción, encarnada. A su paso no quedan sobrevivientes. Mueren los que mueren. Mueren los que matan. Mueren los testigos. Mueren los inocentes. Muere la esperanza. Muere la vida  toda, la creación toda.

Y Jefté no me entiende, como no me entienden hoy tantos que me piden más tierra, y más poder, y más superioridad, y más y más y más… Y esperan mi respuesta. Así, tranquilamente. Desean que les conceda todo a costa de otros(as)  que no tienen nada.  Y  yo aquí de espectador mientras ellos, en el campo de la vida, se destruyen entre sí.

Me ofrecen un sacrificio para sellar su victoria; para retribuirme a mí, el dador de la vida, una victoria pírrica. Ahora Jefté, humanos todos, me entienden menos. No entienden el amor, no comprenden la gracia. Yo soy el amor y sólo deseo que se amen entre ustedes que son mi imagen.  Este es el único sacrificio que yo deseo: La igualdad entre todos y todas para siempre. ¿Quién eres Jefté para decidir sobre la vida de alguien? ¿Cómo si ni aún sabes quién saldrá a recibirte me prometes su vida? ¿No recuerdas la tradición sobre Abraham e Isaac? Los sacrificios humanos no me son agradables, pero a pesar de todo te dejaré vencer.  ¿Estás satisfecho? Toda la tierra deseada a tus pies. Regresa a casa y sorpréndete. ¿Quién salió a recibirte?  Tu única hija que no ha sido aún desposada. ¿Me la vas a entregar? No lo hagas. No te sientas comprometido conmigo. Te perdono. Si te he perdonado tantos pecados ¿Qué significa uno más? Soy Dios amigo, y los amigos estamos para ayudarnos. No te prives de  tu tesoro, eso me entristece en vez de satisfacerme.

Ahora quedará como un símbolo.  Mujer sin nombre será llamada. Y representará la incomprensión de su padre, quien no supo escuchar al Dios tan cercano a él.  Se identificarán con ella tantas mujeres pobres que permanecen sin nombre y sufriendo las consecuencias de la guerra y de la muerte, del odio y  la destrucción. Mujeres que no viven su vida a plenitud a causa de un sociedad que no me sabe escuchar. Por culpa de hombres que no se dan cuenta de que todos y todas son mis hijos e hijas; pero les doy esperanza: Ya

existen personas que me entienden y las liberarán para siempre.

Yordanes Zayas González.

Iglesia de Dios en Matanzas.

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