Antes de que el sol decline,
y de que mi cuerpo se abandone al descanso nocturno del que,
quizás, solo despierte para ver tu rostro,
quiero pedirte, Señor, humildemente,
que tu paz inunde -mi vida y la de mi familia
la vida de mis amigos y vecinos…
Quiero rogarte, con toda las fuerza de mi ser,
que esa misma paz se haga presente
en mi ciudad y en mi país
en este continente y en el mundo
Y si en tu infinita bondad me das la oportunidad de ver el nuevo día,
dame coraje para trabajar junto con todos tus hijos e hijas,
brazo a brazo,
corazón con corazón,
para que tu Paz sea una realidad entre todos los seres que habitamos esta tierra.
Amén.
(Elizabeth Hernández, México. Tomado del Libro de Culto de la V Asamblea de CLAI)