La unidad y la paz justa deberían ser dos temas de la Asamblea, afirma el moderador del CMI

El pastor Dr. Walter Altmann, moderador del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias, argumentó hoy de manera convincente que tanto la unidad como la justicia y la paz deberían ser incluidas en el tema de la próxima Asamblea del mayor organismo ecuménico del mundo.

El Comité de Planificación de la 10ª Asamblea del CMI que se celebrará en octubre de 2013 en Busan, Corea del Sur, propone al Comité Central que elija uno de los dos temas sugeridos: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz” o “En el mundo de Dios, llamados a ser uno”. Para Altmann, ambos temas reflejan una visión común.

“Los temas propuestos no deberían entenderse como alternativas”, dijo Altmann en su discurso de apertura a los 150 miembros del Comité Central reunidos en Ginebra del 16 al 22 de febrero. “Ambas perspectivas forman parte de un mismo entendimiento global de la vocación y el compromiso ecuménico que unen nuestra comunidad de iglesias”.

Es preciso centrar los esfuerzos en la justicia y la paz, dijo el moderador luterano brasileño, porque acontecimientos tales como el colapso financiero mundial y los recientes movimientos exitosos en pro de la democracia en los países árabes “nos advierten de los riesgos de las políticas que constituyen una ofensa a la dignidad humana y oprimen a poblaciones enteras”.

Por ello, Altmann afirmó que “la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre y el compromiso con la justicia en las relaciones económicas internacionales deben seguir formando parte del programa del CMI”.

En una conferencia de prensa que tuvo lugar después de su alocución, Altmann dijo que en su América Latina natal puede verse la influencia de la teología de la liberación, que se centra en combatir la pobreza y los gobiernos opresores a través de la organización y la acción comunitarias cristianas. “Las luchas de los años sesenta, setenta y ochenta están dando frutos hoy”, declaró.

También pidió al CMI que “preste aún una mayor atención a la preocupación por el Oriente Medio, y en particular por Tierra Santa”. La incapacidad de las naciones implicadas para conseguir el “objetivo fundamental” de la paz, dijo, no se debe únicamente a la complejidad de la situación en Oriente Medio, “sino también a una persistente falta de voluntad política para hacer las concesiones necesarias para alcanzar [la paz justa]”.

Altmann manifestó especial preocupación por las minorías cristianas de muchos países de Oriente Medio, observando que los esfuerzos del CMI “contribuyen a la creación y el mantenimiento de un clima de respeto y reconocimiento mutuos sobre el cual se puede construir una paz con justicia”.

La importancia de tales esfuerzos no es menor en el seno del movimiento ecuménico, continuó Altmann; de ahí la necesidad de un tema de la Asamblea que abarque la unidad. El texto bíblico que se sugiere para apoyar ese tema, Juan 17:20-23, “expresa mejor que ningún otro el fundamento de nuestra vocación y nuestro compromiso ecuménicos”, añadió.

Dado que la unidad cristiana “es una realidad en el corazón de Dios”, dijo Altmann, la tarea de las iglesias es “perseverar en esa unidad, no apartarse de ella, no rebelarse contra Dios y no romper las relaciones entre ellas”.

Y puesto que la unidad no “es el resultado del establecimiento de estructuras institucionales”, Altmann apeló a “ampliar y profundizar” el ecumenismo, que reconoce que “hay un único movimiento ecuménico del que el CMI forma parte”.

Al comentar que el año pasado el Secretario General del CMI, el pastor Dr. Olav Fykse Tveit, fue invitado a pronunciar un discurso ante las principales reuniones pentecostales y evangélicas, Altmann dijo que “las reuniones respetuosas deberían ir seguidas de una profundización de las relaciones […] sobre la base del discernimiento espiritual y la reflexión teológica”.

Concluyó diciendo, Esos esfuerzos “requieren mentes abiertas, actitud de oración y una labor teológica rigurosa”.

http://www.oikoumene.org/es/novedades/news-management/a/sp/article/1634/la-unidad-y-la-paz-justa.html

Alocución del Moderador

Queridas hermanas, queridos hermanos:

1. Al reunirnos aquí para esta reunión del Comité Central del CMI, nos encontramos relativamente cerca de la Asamblea de Busan, que tendrá lugar dentro de dos años y ocho meses, habiendo transcurrido cinco años desde la Asamblea de Porto Alegre. Cada vez nos concentraremos más en evaluar las situaciones que han cambiado y nos preguntaremos lo que significan para nosotros en términos de desafíos y compromisos. Se trata de situaciones que se refieren al escenario mundial, al movimiento ecuménico, a las condiciones bajo las que actúan nuestras iglesias y al estado actual y futuro del propio CMI.

I.        El escenario mundial

2. Cuando nos reunimos en Porto Alegre observamos una serie de cambios que estaban teniendo lugar en la escena religiosa, económica y política. Sin embargo, evidentemente, no pudimos percatarnos de todos. No pudimos, por ejemplo, prever la grave crisis financiera internacional, ni su magnitud, a pesar de que desde hacía ya algún tiempo nos habíamos mostrado críticos con la especulación financiera ocasionada por un proceso de mundialización económica, que no se centra en la satisfacción de las necesidades de una vida digna para toda la humanidad, sino en la maximización y la privatización de los beneficios, en la concentración injusta de los bienes de la tierra y de los bienes los producidos por el ingenio humano.

3. Con respecto a las cuestiones medioambientales, ha habido frustraciones, aunque ni el fracaso de las negociaciones de Copenhague ni los tímidos resultados positivos de la Conferencia de Cancún nos han sorprendido sobremanera. Intereses nacionales de todo tipo se han antepuesto a las imperiosas necesidades a las que se enfrenta la humanidad en este ámbito. Los cambios climáticos no solo han sido registrados y previstos por la comunidad científica internacional, sino que las poblaciones ya los sufren con el evidente incremento de trágicos desastres naturales, tales como la subida del nivel del mar, las inundaciones y las sequías.

4. Al contemplar la escena internacional, la persistencia de graves conflictos internacionales e internos en muchos países no nos sorprende en absoluto. La comunidad internacional debe intensificar los esfuerzos para conseguir una paz con justicia y reconciliación en casi todas las partes del mundo. En Porto Alegre decidimos organizar la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz, que celebraremos el próximo mes de mayo en Kingston, Jamaica, en la que se hará especial hincapié en el tema clave de la “paz justa”.

5. Un acontecimiento inesperado que sin duda nos ha sorprendido es la ola de protestas civiles en los países árabes, algo no solo imprevisible en Porto Alegre sino justo antes de que ocurriera. El propio presidente Obama ha expresado su asombro ante la incapacidad de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos para anticipar la posibilidad de estas manifestaciones masivas de la voluntad popular en favor de cambios substanciales en las relaciones entre los gobiernos y sus poblaciones. En este caso, afortunadamente, podemos decir que, por más poder y recursos que se concentren en determinadas naciones, no todo es previsible ni programable. La humanidad ha mostrado que tiene recursos espirituales y la capacidad de movilización para desafiar a los poderosos. Pero estos acontecimientos también nos advierten de los riesgos de las políticas que constituyen una ofensa a la dignidad humana y oprimen a poblaciones enteras.

6. Aunque esta cuestión no ha estado en el centro de las manifestaciones en los países árabes, las protestas revelan, una vez más, la acuciante necesidad de lograr la paz en Oriente Medio, una paz que garantice los derechos legítimos de los pueblos y permita superar y reparar las injusticias históricas. La incapacidad de las naciones implicadas en conseguir este objetivo fundamental no se debe únicamente a la complejidad de la situación y la multiplicidad de actores, sino también a una persistente falta de voluntad política para hacer las concesiones necesarias para alcanzarla. Si esta situación de estancamiento persiste, podemos vislumbrar en un horizonte no muy distante escenarios aún más turbulentos en esa región. Por lo tanto, resulta pertinente que el CMI preste aún una mayor atención a la preocupación por Oriente Medio, y también en particular por Tierra Santa, buscando oportunidades de diálogo y espacios de encuentro entre judíos, cristianos y musulmanes, y contribuir así a la creación y el mantenimiento de un clima de respeto y reconocimiento mutuos, sobre el cual se pueda construir una paz con justicia.

7. Actualmente está teniendo lugar un proceso de redistribución económica en el mundo. En muchos sentidos, se trata de algo positivo, pues abre perspectivas de tiempos mejores para muchas naciones y pueblos. De hecho, a consecuencia de la crisis financiera internacional también se ha puesto de manifiesto que estas naciones tenían unas políticas económicas más coherentes y responsables que las de la mayor parte de los países desarrollados, unas políticas que les han permitido afrontar mejor la crisis financiera. En numerosos países de todos los continentes, se han reducido de forma considerable los niveles de pobreza. Las previsiones económicas para los próximos años indican una tasa de crecimiento significativamente mayor en las naciones emergentes que en los países desarrollados.

8. En varios casos, estos países han adoptado políticas sociales coherentes. Para dar un ejemplo de mi propio país, en los últimos ocho años, treinta y siete millones de brasileños han podido salir de la pobreza y ascender a la clase media. Gracias al aumento del salario mínimo, la política social destinada a apoyar a los más pobres y los programas de creación de empleo, Brasil ha creado quince millones de puestos de trabajo en los últimos ocho años y hoy tiene la tasa de desempleo más baja desde que existen estadísticas fiables. El presidente Lula pudo acabar su segundo mandato presidencial con la impresionante aprobación del 87 por ciento de la población. Su sucesora, Dilma Roussef, la primera mujer presidente de Brasil, se ha fijado como objetivo de su mandato la erradicación definitiva de la extrema pobreza en el país.

9. No obstante, la crisis financiera internacional, que obviamente no ha sido causada por los pobres, también ha exacerbado las desigualdades en todas partes del mundo y ha sumido en la pobreza a más de quinientos millones de personas. La fuerte subida en los precios de los alimentos ha afectado seriamente a los estratos más pobres de la población, ocasionando hambruna y provocando graves disturbios sociales en todo el mundo. Esta situación es tanto más indignante si se tiene en cuenta que la forma en que las naciones ricas han abordado la crisis financiera muestra que, con la necesaria determinación política, existen abundantes recursos financieros para hacer frente al problema. Con solo una parte de los recursos utilizados para salvar a bancos y empresas ya se podría establecer un programa eficaz para combatir la pobreza mundial. De hecho, si a los países más pobres se les asignara una suma equivalente a la que las naciones ricas dan a sus agricultores en forma de subsidios agrícolas, se crearían empleos, se aumentaría la producción alimentaria y se reduciría la pobreza de forma sistemática. Por lo tanto, la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre y el compromiso con la justicia en las relaciones económicas internacionales deben seguir formando parte del programa del CMI.

II.        El tema de la próxima Asamblea

10. Entre las decisiones de mayor importancia que el Comité Central debe tomar durante esta reunión, figuran aquellas relacionadas con la próxima Asamblea. Con la adopción de estas decisiones, la Asamblea empezará a tomar forma y a tener visibilidad de cara al exterior. El Comité de Planificación de la Asamblea ha presentado un amplio informe con una serie de propuestas concretas para que el Comité Central las examine y tome las decisiones pertinentes. De entre ellas, deseo hacer referencia a la elección del tema de la Asamblea.

11. El Comité de Planificación de la Asamblea propone dos temas para que el Comité Central los examine y adopte una decisión al respecto: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”“En el mundo de Dios, llamados a ser uno”

12. Los dos temas propuestos van acompañados de criterios destinados a orientar al Comité en su elección y de consideraciones sucintas pero significativas sobre sus implicaciones, posibles subtemas y su importancia. También se indican los textos bíblicos que podrían servir de inspiración para el desarrollo de los dos temas. Me gustaría ahora presentar algunas de mis reflexiones al respecto.

13. En primer lugar, los temas propuestos no deberían entenderse como alternativas mutuamente excluyentes. Cada uno de los temas tiene, por supuesto, un perfil característico y una perspectiva propia. Pero no beneficiaríamos en nada al Consejo Mundial de Iglesias y al movimiento ecuménico si iniciáramos un debate sobre si cabe interpretar el primer tema como centrado en el compromiso social del CMI, mientras que el segundo llama a la unidad de las iglesias. Ello nos dividiría en función de nuestras propias convicciones y compromisos.

14. Ahora bien, ambas perspectivas forman parte de un mismo entendimiento global de la vocación y el compromiso ecuménicos que nos unen en nuestra comunidad de iglesias. En mis alocuciones anteriores, ya he tenido la oportunidad de hacer hincapié en esta perspectiva holística. No deberíamos separar lo que va junto. El tema de una Asamblea, aunque ponga el acento en determinados aspectos, debería alentarnos en nuestra vocación y fortalecer nuestro compromiso ecuménico en su conjunto.

15. En segundo lugar, el Comité de Planificación de la Asamblea se ha preocupado de presentar subtemas que desarrollan el tema general en los aspectos que son esenciales para el movimiento ecuménico y la orientación futura del Consejo Mundial de Iglesias:

–        Vivir juntos en la fe: unidad y misión

–        Vivir juntos en la esperanza: por la justicia, la paz y la reconciliación en el mundo

–        Vivir juntos en el amor: por un futuro en común

16. El hecho de que los subtemas propuestos sean los mismos para los dos temas generales refuerza el entendimiento común de ambos temas. Veamos más detenidamente los dos temas teniendo en cuenta los textos bíblicos en los que se inspiran.

17. “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”

18. Ahora, sin embargo, aún bajo el yugo del exilio, el profeta mira hacia el futuro y anuncia que el tiempo de prueba toca a su fin. Su proclamación no se basa en una observación directa de los hechos, sino en una promesa divina: el pecado del pueblo “está perdonado” (Isa. 40:2). La misericordia de Dios es más grande que su ira y, sobre esta base, el pueblo puede vivir, reconfortado y alentado, el momento presente con la esperanza de nuevos y mejores tiempos.

19. Les espera un futuro glorioso, pero el camino todavía será arduo. Este texto es el primero de los llamados “cánticos del siervo sufriente”, el más conocido de los cuales es el de Isaías 53, en el que el siervo “fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados” (v.5) y “como un cordero fue llevado al matadero” (v.7). En Isaías 42, el profeta proclama que Dios ha puesto su espíritu sobre él para que anuncie rectitud y justicia a todas las naciones. No se trata de un dios particular, del dios de un solo pueblo (o, en nuestros días, un dios privatizado), sino del Dios de todas las naciones, de toda la humanidad.

20. Se ha debatido hasta la saciedad sobre a quién se refiere el profeta cuando habla del “siervo sufriente”. Hay muchas interpretaciones: podría ser el propio profeta, el Mesías prometido, o una entidad colectiva, el propio pueblo de Israel. A este respecto, cabe señalar que estas dudas no pueden aclararse con una simple definición. Desde la época de los primeros cristianos, la comunidad cristiana ha identificado a Jesucristo como el siervo sufriente del que se habla, porque en él ha reconocido a la perfección todas las características descritas por el profeta. Como portador de paz y de justicia, Jesús proclamó el perdón e introdujo el reino de los cielos en el mundo estableciendo nuevas relaciones con Dios y entre los seres humanos.

21. No obstante, entender el siervo de Jehová como una entidad colectiva también es una interpretación razonable. La comunidad cristiana, por la gracia de Dios, reconoce que su vocación es “asumir el llamamiento del siervo como un llamamiento a ejercer su propio ministerio, en cuanto comunidad confesante y actuante”[1]. Los seguidores del siervo enviado por Dios tienen la vocación de formar parte de su misión, de ser agentes de la verdad y la reconciliación, la justicia y la paz, del cuidado de la vida, y de dedicar sus existencias a vivir esa vida plenamente.

22. Por lo tanto, ésta es también nuestra vocación en cuanto miembros del movimiento ecuménico. Así pues, resulta apropiado que para la Asamblea del CMI formulemos nuestro tema mediante este ruego: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”.

23. El segundo tema propuesto por el Comité de Planificación de la Asamblea, “En el mundo de Dios, llamados a ser uno”

24. Juan 17 contiene las últimas palabras de Jesús a sus discípulos antes de ser arrestado, condenado y crucificado. Es más que un “discurso de despedida”: contiene el “testamento” o el “legado” de Jesús a sus discípulos. Así como el Padre y el Hijo son uno, Jesús ora por que sus discípulos sean uno para que el mundo crea. La unidad, pues, no es fruto de la creación humana, aunque sí implique perseverar en su búsqueda. Tampoco es el resultado del establecimiento de estructuras institucionales, aunque tome forma en ellas. La unidad es una realidad en el corazón de Dios, en la economía de la Santa Trinidad.

25. Por eso, para nosotros se trata de un don y del fundamento de nuestra propia unidad, que el pecado humano insiste, una y otra vez, en romper. Pero nuestra vocación no es solo construir la unidad, sino perseverar en esa unidad, no apartarnos de ella, no rebelarnos contra Dios y no romper las relaciones entre nosotros. Así pues, nuestro compromiso ecuménico –que nos requiere esfuerzo- consiste en, guiados por el Espíritu Santo, quitar los obstáculos y las barreras que hemos puesto entre nosotros a lo largo de la historia. Es así como estamos llamados a ser uno.

26. Aceptamos el don de la unidad en la fe. La supresión de las barreras es fruto del amor. La fe lleva al amor. Por lo tanto, sería totalmente erróneo separar nuestro compromiso ecuménico con la unidad de nuestra práctica de la compasión, la solidaridad, la justicia, la construcción de la paz y el cuidado de la creación.

27. En una guía de homilías, Gottfried Brakemeier, ex presidente de la Federación Luterana Mundial, analiza Juan 17: 20-23 teniendo también en cuenta los siguientes versículos, hasta el 26. Los versículos 20-23 exponen la “naturaleza de la comunidad”, su vocación de ser una. Aunque las palabras de Jesús se dirigen a los apóstoles, “se refieren a la iglesia de todos los tiempos y lugares. Jesús desea que permanezca fiel a su vocación, proclamando la palabra y manteniendo la unidad ‘para que el mundo crea’”[2]. Luego, los versículos 24-26, tienen como tema el “destino de la comunidad”, esto es “la comunión escatológica con su Señor. Cristo quiere que su comunidad esté donde está él, el resucitado, para que pueda participar plenamente de su gloria”[3].

28. Por consiguiente, en caso de que la elección del Comité Central recaiga sobre este segundo tema, el Consejo Mundial de Iglesias no solo estará retomando el fundamento de su compromiso ecuménico, sino que también abordará el tema de la unidad vinculada a la práctica del amor y prestará atención a la gloria de Dios desde una perspectiva escatológica.

29. Me gustaría añadir unas palabras sobre el proceso de toma de decisiones relativo al tema de la próxima Asamblea. Se trata de una decisión que se tomará por consenso. Por lo tanto, es importante que no consideremos los dos temas como mutuamente excluyentes, sino como dos enfoques diferentes de nuestra vocación y nuestro compromiso ecuménicos. En este sentido les pido a ustedes, miembros del Comité Central, que, conforme a la propuesta del Comité de Planificación de la Asamblea, consideren ambos temas pertinentes. Sobre esta base consensual, cada uno de ustedes podrá argumentar a favor de la propuesta que le parezca más apropiada, pero todos nos mostraremos dispuestos a llegar a una posición común del Comité Central y la aceptaremos libre e incondicionalmente.

III.      Gobernanza del Consejo Mundial de Iglesias

30. También me gustaría decir unas palabras sobre el tema de la gobernanza. Entre los documentos que esta reunión debe examinar figura un extenso informe del Grupo de seguimiento del examen de la gobernanza. Como el nombre del grupo indica, se trata de la continuación de un proceso en curso sobre una cuestión importante, y al mismo tiempo delicada, relativa al funcionamiento del Consejo Mundial de Iglesias. También es una respuesta a las medidas adoptadas por el Comité Central durante su última reunión en septiembre de 2009. Hace propuestas para que se tomen decisiones sobre determinados puntos, pide orientación sobre otros y hace sugerencias para el futuro.

31. En consecuencia, el proceso no concluirá en esta reunión, sino en la Asamblea de Busan, que es el único órgano competente para hacer los cambios necesarios en la Constitución y el Reglamento. En la próxima reunión del Comité Central en septiembre de 2012, se deberán tomar las últimas medidas para enviar las propuestas a las iglesias y presentarlas a la Asamblea para que decida al respecto. Así pues, en gran parte, lo que haremos en esta reunión será dar forma, contenido y orientación al trabajo que queda por hacer.

32. Así y todo, con las decisiones que tomaremos aquí, la dirección a seguir quedará bastante clara y ya podremos vislumbrar a grandes rasgos la estructura y el funcionamiento que el Consejo Mundial de Iglesias tendrá en el futuro. Independientemente del contenido de las propuestas que el Grupo de seguimiento nos ha presentado, quiero agradecerles el arduo y competente trabajo que han llevado a cabo. También quiero dar las gracias al secretario general por haber concedido una gran prioridad a este asunto en los contactos que ha mantenido con las iglesias, los consejos y los organismos ecuménicos en general durante su primer año en el cargo. Este proceso de consulta, en el que en algunas ocasiones he podido participar, como en la Conferencia de Edimburgo de 2010 y en la Asamblea de la Federación Luterana Mundial en Stuttgart en 2010, ha contribuido mucho a dar claridad y consistencia al documento que se nos presenta.

33. En este documento, tal como se nos informa y no podemos dejar de constatar, figuran consideraciones y sugerencias que tienen en cuenta la nueva situación financiera en la que el CMI debe operar, con muchos menos recursos de los que disponía en el pasado. Sin embargo, las propuestas, si se aprueban y llevan a cabo, supondrán un ahorro considerable para el Consejo, lo cual es importante no solo en la situación actual de recursos más escasos, sino también en aras de una administración responsable.

34. Sin embargo, nos equivocaríamos si pensáramos que este trabajo ha sido motivado y determinado por consideraciones de tipo financiero. Antes bien, se inspira, en última instancia, en el documento “Hacia un entendimiento y una visión comunes del CMI” (EVC) y la visión ecuménica que contiene, y establece una clara distinción entre gobernanza y gestión, sacando de ella las debidas conclusiones. A continuación, intenta responder –y yo diría afirmativamente que responde

35. Esta falta de una mejor definición y una mayor claridad ha aumentado sensiblemente las dificultades y los sufrimientos en los momentos de tensión por los que hemos tenido que pasar. El Grupo de seguimiento ha hecho un diagnóstico claro de la situación y, con la misma claridad, hace una serie de propuestas que procuran remediarla. Esta reunión del Comité Central prestará la debida atención a estas propuestas y, cuando estime conveniente y necesario, las mejorará. Al hacer esto, el Comité Central también estará reflexionando sobre su propio papel, e incluso sobre su propio nombre, así como sobre su tamaño y la frecuencia de sus reuniones. Por lo tanto, será importante ser capaces de hacer abstracción, hasta cierto punto, del modelo concreto en que hemos operado como Comité Central, al que nos hemos acostumbrado y que obviamente impregna esta reunión, para reflexionar sobre cómo este órgano puede dirigir mejor la institución del CMI en nombre de sus iglesias miembros.

36. Creo que también es importante poner de relieve que el Grupo de seguimiento presenta una propuesta clara sobre cómo reincorporar en el diseño estructural del Consejo Mundial de Iglesias el papel esencial que las cuatro corrientes históricas del movimiento ecuménico han desempeñado en la formación y la vida del CMI (misión y evangelización, vida y acción, fe y constitución, y educación). No es ningún secreto que sus comisiones respectivas están resentidas por la pérdida de visibilidad en las estructuras del CMI y de participación directa en sus órganos consultivos. Así pues, aunque de ningún modo intencionalmente, hemos contribuido a crear una dicotomía en la comprensión y la percepción del mandato ecuménico, que debemos ejercer siempre de una manera holística. En este sentido, también hay una propuesta para la participación eficaz de ACT Alianza, este nuevo importante organismo ecuménico, en la vida del Consejo Mundial de Iglesias.

37. Análogamente, las propuestas también buscan hacer justicia a las estrechas relaciones de cooperación ecuménica que se han desarrollado a lo largo de los años o que se han creado más recientemente, definiendo espacios y modalidades de participación para las iglesias que no son miembros, así como para otros organismos ecuménicos.

38. La cuestión relativa al nombre que se dará en el futuro al Comité Central puede verse como un asunto secundario y, de hecho, si se tiene en cuenta el conjunto de propuestas, lo es. Más importante que su nombre en sí, es cómo se concibe y sus funciones. Sin embargo, no deberíamos subestimar su importancia en términos de visibilidad e identificación con respecto a nuestras iglesias e interlocutores. No conozco a ninguna iglesia que en sus órganos rectores tenga un “comité central” y, en caso de haberlas, deben ser excepciones. Pero sé que hay partidos políticos que designan con ese nombre a sus órganos rectores. Definitivamente no es el mejor nombre para una organización como el Consejo Mundial de Iglesias.

39. Según el informe, no resulta fácil encontrar un nombre más adecuado. Por ello, el informe, cautelosamente, utiliza repetidamente la expresión “con un nuevo nombre”. La propuesta concreta, entre las alternativas consideradas, es pues “Conferencia del CMI”. Independientemente de las distintas preferencias que podamos tener, sugiero que partamos de la base de que la peor decisión, al llevar a cabo una revisión general de nuestras estructuras, sería mantener el actual nombre porque no logramos ponernos de acuerdo en uno nuevo.

40. Naturalmente, todavía queda una serie de puntos a los que el Comité Central querrá prestar una minuciosa atención, tales como el mantenimiento de una amplia participación de las iglesias miembros y los equilibrios de representación establecidos por el CMI. Concluyo esta parte de mi alocución sugiriendo que examinemos el informe del Grupo de seguimiento con una mente abierta, mejorándolo, cuando sea conveniente y necesario, y tomando las medidas que permitirán que, en el futuro, nuestros esfuerzos sean más claros y eficaces, y también menos onerosos.

IV.       Ampliar y profundizar las relaciones ecuménicas

41. En la primera parte de esta alocución, hice referencia a las circunstancias cambiantes en que nos encontramos. No di más detalles ni mencioné específicamente la escena religiosa. Persisten las tendencias patentes en años anteriores: por un lado, la creciente secularización, en particular en el mundo occidental, en grandes centros urbanos y entre intelectuales; por otro, un renacimiento del fervor religioso en muchos otros lugares y espacios; intensa movilidad religiosa en algunas zonas; estrictos controles sobre la devoción religiosa en otras; cada vez más pluralismo religioso a nivel mundial; el cambio del centro de gravedad del cristianismo hacia el Sur, especialmente hacia África y Asia; y el crecimiento y expansión de las iglesias evangélicas, sobre todo, de las iglesias pentecostales y, más recientemente, de las llamadas iglesias neopentecostales.

42. Este panorama presenta enormes desafíos para el concepto y la práctica del ecumenismo, así como para la misión. ¿Unidad o fragmentación? ¿Cooperación o competencia?

43. Mencioné el desafío de ampliar y profundizar nuestras relaciones. En este sentido, es importante que definamos lo mejor posible la relación que existe entre “ampliar” y “profundizar”. El proceso de ampliar las relaciones no puede llevarse a cabo a expensas de la indispensable profundización. Y la profundización no puede, por su parte, proporcionar una excusa para desaprovechar las oportunidades de ampliar las relaciones. Ambos conceptos no deben mantener una relación de competencia entre sí, sino más bien una tensión creativa en que nos esforcemos por alcanzar las dos dimensiones, como complemento la una de la otra. Así como misión y ecumenismo son términos que, más que excluirse mutuamente, se complementan (como dos caras de la misma moneda), lo mismo ocurre con “ampliar” y “profundizar”. Que esos dos conceptos compitan entre sí es una tentación y una tergiversación de nuestro compromiso ecuménico. Verlos como complementarios resulta una empresa prometedora.

44. Por cierto, se está superando poco a poco la separación dicotómica entre la misión y el ecumenismo, mucho más allá de las fronteras institucionales del CMI, como se pudo experimentar en la Conferencia de Edimburgo de 2010. El tema de la “unidad” pasa a ser, cada vez más, y más ampliamente, un programa común, aunque su comprensión pueda resultar un tanto difusa a veces y necesitemos nosotros mismos abordar continuamente este asunto.

45. La escena religiosa a la que hice referencia ha brindado nuevas oportunidades para nuestros compromisos y relaciones. Ya en los años noventa, el Consejo Mundial de Iglesias trató de comprender y definir mejor el ecumenismo y su propio papel en este contexto. El principal resultado de ese proceso de debate fue el documento Hacia un entendimiento y una visión comunes del Consejo Mundial de Iglesias,

No es posible hablar del Consejo Mundial de Iglesias sin hablar del Movimiento Ecuménico en el que se fue conformando y del que es actualmente una parte muy destacada. Aunque el Movimiento Ecuménico es más amplio que sus expresiones institucionales, y aunque el CMI es esencialmente la comunidad de sus iglesias miembros, sirve al mismo tiempo como un instrumento y una expresión fundamentales del Movimiento Ecuménico. Como tal es un promotor de la renovación que ha caracterizado al Movimiento desde sus comienzos.

46. Partiendo de esa base, y mientras se pone también de relieve que hay un único movimiento ecuménico del que el CMI forma parte, el documento elabora una visión del Consejo Mundial de Iglesias y describe sus relaciones con los consejos y congresos ecuménicos, otros organismos ecuménicos (en particular, las comunidades cristianas mundiales, las organizaciones ecuménicas internacionales, las comunidades y los movimientos cristianos), las iglesias no miembros (especialmente, la Iglesia Católica Romana y las iglesias evangélicas y pentecostales) y otras entidades ecuménicas.

47. Desde entonces, ha habido una serie de nuevas oportunidades para contactos, relaciones y colaboraciones. El Foro Cristiano Mundial, que es representativo de prácticamente todos los sectores del cristianismo, celebró su primera reunión mundial en Kenia en 2007 y tuvo su segunda reunión este año en Indonesia. Aunque no cuenta con el compromiso institucional de las iglesias que caracteriza al Consejo Mundial de Iglesias, es una reunión importante de la familia cristiana para el intercambio espiritual, el estudio, la reflexión y la oración.

48. En este sentido, el año 2010 fue especialmente emblemático. Una representación tan amplia como la del Foro Cristiano Mundial fue asimismo patente en el proceso de estudio para la conferencia de Edimburgo 2010, sobre la cual la Comisión de Misión Mundial y Evangelización (CMME) nos envió un estudio detallado, comedido y claro que destacaba las limitaciones del proceso y las celebraciones de Edimburgo 2010, pero afirmaba su trascendencia y relevancia, además de la convergencia en la comprensión de la misión, palpable en el Llamamiento común al final de la conferencia.

49. Debería mencionar en este contexto que en 2010, el Secretario General del CMI, Olav Fykse Tveit, fue invitado a pronunciar un discurso ante importantes acontecimientos mundiales: la 22ª Conferencia Mundial Pentecostal, en Estocolmo, Suecia, y el Tercer Congreso de Lausana, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En ambas ocasiones, era el primer discurso de este tipo y de una manera muy pública brindó nuevas oportunidades para establecer vínculos respetuosos y fraternales, y superar las relaciones distantes e incluso conflictivas de un pasado no tan remoto. Está claro que hay muchas cuestiones profundas que todavía se han de resolver, aunque cada vez se están dejando más de lado las caricaturas y simplificaciones. Donde un día hubo barreras, hoy se abren ventanas y, a veces, hasta puertas.

50. Estas nuevas relaciones se desarrollan sobre la base del respeto mutuo y la sensibilidad, elementos indispensables en el proceso de generar la confianza necesaria para que el diálogo pueda evolucionar de manera constructiva. Las reuniones respetuosas deberían ir seguidas de una profundización de las relaciones, que tiene que darse sobre la base del discernimiento espiritual y la reflexión teológica, también en relación con aquellas cuestiones candentes sobre las que tenemos percepciones y posturas divergentes. De lo contrario, estaríamos desperdiciando todo lo que es más profundo en el compromiso ecuménico. Tendríamos la disolución paulatina del compromiso ecuménico, la disminución de su sustancia, una retirada al mundo interno de cada iglesia o familia confesional con respecto a todo lo que es sustancial, en definitiva, una reducción del ecumenismo a meras políticas de buena vecindad.

51. El compromiso ecuménico más auténtico anhela y busca la unidad visible de las iglesias y, al tomar este camino, nos esforzamos no solo por tener un encuentro fraternal y buena disposición para escucharnos unos a otros respetuosamente, sino también por la cooperación práctica y los “puntos comunes” al descubrir “otra” iglesia con riquezas insospechadas que quizá faltan en nuestra “propia” iglesia, esto es, riquezas de las que nosotros mismos carecemos. Y eso requiere mentes abiertas, actitud de oración y labor teológica rigurosa.

52. Por este motivo, el Consejo Mundial de Iglesias es y debe seguir siendo siempre un instrumento especial de nuestras iglesias para la reflexión teológica ecuménica que acompaña y da consistencia a nuestros compromisos y programas. Esto es así para todos nuestros programas, aunque tenemos como instrumento privilegiado para este fin a la Comisión de Fe y Constitución, que ansía ser más valorada en la vida del CMI.

53. De forma crucial, sin embargo, vale la pena recordar, ante todas las oportunidades de reunión, diálogo y cooperación que han surgido, la magistral afirmación hecha en el documento EVC:

“Cada vez que la gente se reúne en nombre de Jesucristo es por obra del Espíritu. Eso significa que todos los esfuerzos destinados a promover la unidad de la Iglesia y todas las iniciativas por las que los cristianos procuran participar en la obra de curación de Dios para la creación están fundamentalmente relacionados entre sí”.

54. Agradecemos, por lo tanto, las nuevas oportunidades que Dios nos ha dado.

V.        Conclusión

55. Sin entrar en demasiados detalles, no me gustaría terminar mi alocución sin unas pocas pero importantes palabras de agradecimiento como moderador. De diversas maneras, hemos pasado por momentos difíciles y tensos que requerían que todos nosotros hiciéramos esfuerzos extraordinarios, acompañados del imprescindible espíritu de oración. En cierta medida, todavía estamos en transición, pero ya ocupamos una posición desde la que miramos al futuro con renovada confianza. El Consejo Mundial de Iglesias, con todas sus limitaciones e imperfecciones, es un instrumento de Dios para lograr su voluntad en el mundo. Somos privilegiados porque nos ha permitido formar parte de él.

56. Gracias a todos ustedes por su cooperación: iglesias miembros y asociados ecuménicos, miembros del Comité Central y del Comité Ejecutivo, vicemoderadores. Gracias al personal por su comprensión y dedicación durante un proceso de transición con su natural complejidad, intensificada por una reducción importante de los recursos financieros disponibles que hizo necesario tomar decisiones difíciles con respecto a los programas y la dotación de personal. Es normal que los cambios de este tipo provoquen cierta tensión y también, aquí y allá, hieran los sentimientos de algunas personas. Gracias, Secretario General, porque en su primer año en el cargo ha trabajado muy duro para establecer relaciones de transparencia, diálogo y cooperación a nivel interno y externo. Gracias a todos porque ha prevalecido el espíritu de compromiso ecuménico que nos une y nos acompaña a lo largo del camino común.

57. No obstante, y por encima de todo: .


[1] Wanda Deifelt, (en portugués) ‘El primer domingo tras la Epifanía’, en Proclamar Libertação, Editora Sinodal, São Leopoldo, 1999, p.84.

[2] Gottfried Brakemeier, (en portugués) ‘El séptimo domingo de Pascua”, en Proclamar Libertação 29, Editora Sinodal, São Leopoldo, 2003, p.168.

[3] Ibid.

http://www.oikoumene.org/es/documentacion/documents/comite-central-del-cmi/ginebra-2011/alocucion-del-moderador.html

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.